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MANIFIESTO
Dice la leyenda que allá por el siglo XI, el Rey Alfonso VI se disponía a reconquistar “Mayrit”.
La ciudad mora, tenía una altísima e inexpugnable muralla exterior. Con la luna llena, un joven de apenas quince años, escaló la muralla ayudándose de una daga que clavaba en las hendiduras de la piedra, mostrando agilidad felina. Cuando llegó arriba, ató una soga para que la incursión cristiana se completase. La ciudad fue tomada al alba y el muchacho pasó a ser apodado “el Gato”entre las tropas.
La hazaña fue tal, que su apodo pasó a ser apellido, y con el tiempo, sinónimo de valiente en la región. Tanto así, que para demostrar casta en esta Villa, se aludía a estar emparentado con la familia Gato. De ahí surgió la cantinela popular de que los madrileños de pura cepa, son Gatos.
La Villa creció con los siglos y se llenó de valientes; y como aquel muchacho, provenían de todos los rincones de España. Fue precisamente en la plaza donde está esta fonda, donde Daoiz y Velarde, un sevillano y un cántabro de nacimiento, se levantaron contra los franceses el 2 de mayo de 1808; y con ellos, todos los gatos. Ahora dos gatos muy grandes, dos leones, flanquean las puertas del congreso y la gente los conoce como Daoiz y Velarde.
Madrid se ha hecho a sí misma, con gatos de todos los pelajes, con ese espíritu amistoso y callejero, vital y nocturno, que encuentra en la diferencia su joya; apreciando el arrojo que supone el llegar, da igual de donde.
Ese es el tesoro de Madrid: su gente, sus valientes; sus gatos. Y con ese espíritu de acogida abrimos nuestras puertas; porque todo aquel que mora en esta villa, el gallardo que la habitó, y el osado que vendrá; se ha ganado el derecho de ser
GATO
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